Situado a poco más de 20 Km al norte de Milán, rodeado de bosque y de una naturaleza muy abundante, el legendario Autodromo Nazionale di Monza emerge de entre los árboles de forma imponente, poniendo en el recuerdo de aquel que lo pisa por primera vez todas las batallas que se han vivido en el trazado italiano. TheBestF1.es visitó el circuito recientemente, y pudimos comprobar de primera mano que las sensaciones que transmite no dejan a nadie indiferente.
Monza nos recibe con los brazos abiertos
Adentrándonos en el circuito de Monza, el mismísimo Juan Manuel Fangio es el encargado de recibirnos, junto a su Mercedes W125. El pentacampeón del mundo argentino tiene una de sus seis estatuas en Italia, como homenaje a las gestas realizadas por él durante sus años en activo. El resto de estatuas, exactamente iguales a la de la imagen, están repartidas por Puerto Madero, Mónaco, Nurburgring, Stuttgart y Barcelona.
Las antiguas curvas peraltadas
Muchos tienen en la cabeza que el primer lugar que pisarían en una visita a Monza serían los boxes, otros creen que lo más especial es la recta de meta, y otros que lo verdaderamente importante es el podio; pero nosotros tuvimos claro que nuestros primeros pasos serían en las curvas peraltadas del viejo circuito. Con forma de óvalo, el antiguo trazado comparte recta de meta con la configuración utilizada actualmente, y poco antes de llegar a la ‘Prima Variante’, la primera curva peraltada surge hacia la derecha. Es realmente impactante ver que los monoplazas de la época rodaban por allí a toda velocidad, en una pista con un grado de inclinación que en persona, asombra. El óvalo se utilizó por última vez en 1969, debido a el gran número de accidentes sucedidos, y desgraciadamente, a la elevada mortalidad de los pilotos. Resulta todo un reto intentar subir hasta el guardarraíl en la cresta de la curva, y es cuando lo consigues y miras hacia abajo, cuando te das cuenta del gran desnivel que existe.
El antiguo edificio de boxes
Una curiosidad que debemos destacar, es que donde hoy encontramos oficinas y un pequeño parking para los trabajadores, un día se localizaban los edificios de boxes para los equipos. El edificio que hoy encierra miles de papeles y documentos, un día fue el garaje de coches de competición, en el que los mecánicos trabajaban a destajo para complacer las necesidades de los pilotos poco antes de salir a pista. El uso de estos boxes se remonta a nada más y nada menos que a 1922, y como curiosidad extra, diremos que estaban situados de forma perpendicular a la pista, y no paralela como es habitual.
La trágica historia detrás de la ‘Variante Ascari’
Todas las curvas de Monza rebosan historia, pero hemos decidido centrarnos en la ‘Variante Ascari’ por lo trágico de su nombre. En 1955, el bicampeón de Fórmula 1 Alberto Ascari no tuvo un gran comienzo de temporada, con una retirada en Argentina, y un terrible accidente en Mónaco en el que saltó por los aires y terminó cayendo al mar. Poco después de aquel incidente, el italiano fue invitado por un buen amigo suyo al circuito de Monza, con el objetivo de desquitarse de aquella mala racha y volver a encontrar el ritmo. Por desgracia, la mala fortuna de Ascari no había terminado, y durante aquella jornada, el piloto tuvo un accidente en el antiguo giro a la izquierda que daba acceso a la contrarecta, falleciendo en el acto. Desde entonces, con el boca a boca, aquella chicane terminó por llamarse ‘Variante Ascari’.
Existen infinitas cosas más que comentar de un circuito que lleva en la Fórmula 1 desde sus inicios, pero creemos que estas pueden ser las curiosidades más destacadas. Visitar Monza por primera vez es una experiencia personal muy especial, y es que el circuito tiene algo que hace que lo eches de menos incluso antes de salir, desprende un aura que te obliga a no querer marcharte de allí jamás. Pocos circuitos en el mundo pueden lograr lo mismo, y si tenéis oportunidad de visitar el ‘Templo de la velocidad’, lograréis entender por qué todo el mundo habla maravillas él.
[Fuente: thebestf1.es]