Nacho González, Director de Comunicación y RR.EE. de Audi España, nos presenta a Joan Navarro, ingeniero jefe de Carlos Sainz en el Rally Dakar. Navarro trabaja mano a mano con el madrileño y conoce bien su exigencia, la cual asegura que es clave para conseguir que un coche sea ganador.

Joan, a sus 36 años, ha pasado por distintas categorías hasta llegar al Dakar, tales como el Mundial de Turismos, WRC o Fórmula 1, pero ya lleva nueve años en esta dura competición… y si pudiera elegir una de todas ellas, se quedaría con esta, en especial por su espíritu de trabajo en equipo.

¿Qué es lo que más te ha sorprendido del Audi RS Q e-tron?

Su complejidad y también su rendimiento en la primera vez que lo llevamos a pista. Hemos hecho muchos kilómetros de test, pero en el Dakar es la primera vez que competimos con él, y el hecho de estar delante es algo que ha sorprendido mucho.

En lo que se refiere a fiabilidad, tenemos problemas como todo el mundo y como todo coche nuevo tiene. Nosotros sufrimos más aún por su complejidad, pero me sorprende mucho el rendimiento y sobre todo que vemos que todavía tenemos mucho potencial por obtener, aunque estemos siendo conservadores en muchas áreas.

Trabajar desde un inicio con un coche tan especial como este debe ser el sueño de todo ingeniero… ¿por qué?

Sí, realmente es así. Yo ya trabajé en el proyecto del buggy (MINI, con el que Sainz y Peterhansel fueron campeones, ndr), pero claro, aquí estamos con una gran marca como es Audi. Es un sueño porque estamos junto al fabricante, porque es uno de los mejores coches y también porque trabajamos con pilotos como Sainz, Peterhansel y Ekström.

Cuando estudiamos en la universidad o somos pequeños y vemos la televisión, siempre nos gusta ponernos en la piel del piloto o del ingeniero… es un sueño para todos.

Hablamos de pilotos de renombre: Carlos Sainz, Stéphane Perterhansel, Mattias Ekström… ¿supone una presión añadida trabajar con pilotos de esta calidad?

Yo creo que sí. El Dakar se compone de pilotos profesionales como son ellos tres y una mayoría que son pilotos amateurs o clientes, personas que vienen a divertirse y a pasárselo bien con sus sponsors. Nosotros tenemos una presión añadida por el hecho de trabajar con estos tres pilotos porque no puedes fallar, lo cual tiene una parte mala y una buena a la vez, ya que te hace buscar el límite para conseguir que el coche sea súper rápido y que todo funcione bien. Pero sí, la presión de estar con estos nombres detrás y ser “el ingeniero de”, es muy alta. Esto implica no dormir muchas noches y tener que estar siempre muy atento.

Trabajas mano a mano con Carlos Sainz, ¿es tan exigente como dicen?

Sí, realmente sí. Pero no es solo exigente con todos nosotros; él es el primero que se queja de sí mismo cuando no está al cien por cien. Siempre quiere hacerlo mejor. Y eso lo transmite a los demás. Estamos hablando de detalles en los que otros pilotos no se fijan. Por ejemplo, a un piloto 0,1 bares de presión en el Dakar le dan igual porque piensan que eso solo marca la diferencia en la F1; pero no, aquí 0,1 bares también son importantes, y personas como Sainz lo notan. Con él las ruedas tienen que estar al detalle, y así todo, ya sea el reglaje, el coche… todo tiene que estar perfecto. Este es el nivel de exigencia que le ha llevado a él ser quién es y a estar donde está, y también donde nos ha llevado a nosotros en MINI y ahora en Audi a tener un coche top.

A pesar de ser un ingeniero muy joven, tienes mucha experiencia y has trabajado en varias disciplinas. Ahora estás en el Dakar, ¿pero con qué especialidad te quedarías si pudieras elegir?

A mis 36 años he estado en Fórmula 1, en el Mundial de Rallys, el Mundial de Turismos y ahora en el Dakar. Ya es mi noveno Dakar y si me tengo que quedar con una competición, me quedo con esta. La razón es que hay una gran parte de aventura que las otras no la tienen porque son más predecibles, sobre todo los circuitos, donde tienes que hacer un set-up y después buscar el mejor tiempo.

Aquí, sin embargo, hay una parte de adaptación, de entrar en lo desconocido. Por ejemplo, no sabemos cómo es la etapa del día siguiente: la organización nos va pasando la información a cuentagotas y tenemos que calcular la gasolina, hacer el set-up, las alturas, decidir todo… Esta parte de aventura es lo que más me gusta.

Los coches aquí no son como la Fórmula 1, que son todos iguales, sino que son muy diferentes. Aquí tienes mucha flexibilidad y puedes modificarlos, y también hacer una estrategia de equipo que en otras disciplinas no existe. Por ejemplo, cuando hace unos días Peterhansel se paró a ayudar a Sainz… eso no se ve en ninguna otra parte, y yo me quedo con eso.