En Apulia, amigos alemanes e italianos de los vehículos refrigerados por aire se embarcan en una aventura conjunta. Leidenschaft alemana y passione italiana.
“Al diablo con el tiempo, ahora esto es más importante”, piensa Wilfried Reinhardt. Duda solo un instante y detiene su 911 Targa serie G en el tramo que atraviesa la ciudad de Manduria, en el sur de Italia. Debería estar conduciendo para marcar un tiempo exacto, ya que ese es el objetivo de la prueba de regularidad nocturna. Sin embargo, en el arcén hay unos alegres niños animándole y saludándole con la mano. Reinhardt se detiene un momento y le da a uno de los chicos por la ventanilla su bandera blanca con el escudo Porsche. “Se me ha ido el tiempo, pero ha merecido la pena”, dirá más tarde con una sonrisa. “Experimentar un entusiasmo tan grande es insuperable”.
Pasión por la marca Porsche
En italiano también existe la palabra “entusiasmo”. Se pronuncia a menudo cuando Amleto Della Rocca habla de su pasión por la marca Porsche, seguida de cerca por el término emozione. Gracias a ese entusiasmo de Della Rocca, casi 30 amantes de Porsche se han reunido con sus lustrosos deportivos en la región de Apulia, en el talón de la bota de Italia. Los “Freunde Luftgekühlter Boxermotoren” o FLB (amigos de los bóxer refrigerados por aire) de Weissach, en Baden-Wurtemberg (Alemania), aceptaron la invitación del “Porsche Luftgekühlt Gruppe Italia” o PLG (grupo italiano de Porsche refrigerados por aire) y pusieron rumbo al sur. Aunque casi ninguno de los italianos habla alemán, aquí todos entienden bien ese término luftgekühlt (“refrigerado por aire”). Amleto Della Rocca fundó el PLG en 2017 y hoy ya cuenta con 70 miembros. Él es la fuerza motriz de este encuentro tan especial, y sus amigos del club le llaman The Boss. “Cuando hago algo, lo hago a tope”, afirma Della Rocca, mientras despliega una cinta de protección alrededor de los deportivos Porsche alineados a la luz del atardecer en la Piazza Garibaldi de Manduria.
Entre ellos se encuentra también la delegación de diez 911 clásicos del FLB. Esta asociación, fundada en 2010 como grupo deportivo y de ocio de Porsche AG, congrega a aficionados a los vehículos con motor bóxer refrigerado por aire. El FLB tiene 700 socios, todos ellos empleados en activo o antiguos trabajadores de la empresa. Además de una casa club en Weissach, dispone de un pabellón con seis plataformas elevadoras y de amplios conocimientos técnicos adquiridos a lo largo de muchos años de servicio en la compañía. “Somos una especie de club cultural de Porsche”, afirma el cofundador de FLB, Bernd Stadler. “Pero también un club de iniciados”. El FLB no organiza a menudo viajes de este tipo, pero hacen una excepción con sus correligionarios italianos, y eso es gracias a Della Rocca.
Él lo organizó todo, es decir, la policía local y la protección civil que ahora vigilan los clásicos, el recorrido y todas sus paradas, las presencias de alcaldes, funcionarios del gobierno local y otros emisarios, las noches de hotel y las delicias culinarias que no pueden faltar en un país tan amante del placer como es Italia. Incluso diseñó un logotipo. “Destinazione Primitivo” es la denominación del encuentro germanoitaliano. ¿Un vino tinto como destino? Certo! El Primitivo di Manduria es el orgullo de la ciudad y se conoce desde hace tiempo más allá de sus fronteras. Por su parte, la bodega Cantina Produttori di Manduria a las afueras de la ciudad también ejerce como práctico lugar para albergar la sede del club PLG. El grupo “Luftgekühlt” se reúne allí una vez al mes, y también hoy se dan cita en ese lugar con los visitantes alemanes.
El olor de la gasolina se mezcla con el buqué del vino, y para Amleto Della Rocca esta combinación es el aroma esencial de la vida. El futuro de su patria también es muy importante para él, al igual que sus coches históricos refrigerados por aire. De hecho, él mismo conduce un 911 Targa negro serie G de 1976, desde hace 17 años. En la primera velada presenta la organización sin ánimo de lucro Olivami, comprometida con la reforestación de los olivos destruidos por la bacteria xylella, especialmente presente en el sur de Apulia. También intervienen estudiantes de ingeniería de la Universidad de Lecce que construyen coches de carreras de emisiones cero en su equipo Salento Racing Team.
“Quiero mostrarles a nuestros invitados alemanes la tradición y el potencial de mi tierra natal”, afirma Della Rocca, y subraya que la idea de reunir los dos grupos surgió tras leer un artículo de Christophorus titulado “(No) es uno de los nuestros”. En él se hablaba en 2018 sobre el grupo FLB y a Della Rocca se le ocurrió la gran idea. Envió un sinfín de correos electrónicos como antesala de este encuentro, y el año pasado visitó la asociación FLB en Alemania junto a algunos compañeros y sus vehículos. Ahora, por fin, los de Weissach están aquí. “La marca Porsche consigue suscitar la amistad a 1.500 kilómetros de distancia”, afirma Bernd Stadler, que trabaja como Director de Gestión de Proyectos de Series Pequeñas en Porsche Exclusive Manufaktur. “La comunidad Porsche no conoce fronteras, es única”. En efecto, se puede observar cómo surgen rápidamente lazos entre los participantes. En las comidas, las fotos de los ejemplares de Porsche pasan de mano en mano como se suele hacer con las fotos de familia.
Otra vez el entusiasmo
Con la ayuda de programas de traducción en Internet, hablan de coches, cuentan la historia de los deportivos, buscan parecidos, intercambian los números de identificación de los vehículos y comparan los papeles de matriculación. Vito Russo, de Milán, conduce un 911 original al igual que Andreas Baier, de Bietigheim. El de Russo es de color marrón sepia y se lo compró al primer propietario, que en su momento lo recogió personalmente en Stuttgart. “¿Entonces el tuyo también tiene ölklappe?” (un tapón para rellenar aceite sin abrir el capó), pregunta Baier, propietario de un 911 T Coupé. “Sí, sí”, asiente Russo una vez traducida la palabra como “tappo dell’olio esterno”. En la mesa de al lado, Mario D’Ayala, conde y médico jubilado con castillo y playa propia en la zona de Taranto, relata cómo consiguió su 911 (964). Unas sillas más allá, Thomas Herold, que habla italiano, le explica a su vecino cómo arregló el capó de su Targa de 1972 para que la cerradura no salte constantemente por los baches de las carreteras de Apulia. Mecánico apasionado y con su bolsa de cuero para herramientas siempre a mano, a menudo se le ve junto a su 911 rodeado de curiosos.
Hablando del público: “En el sur, el entusiasmo por estos coches es mayor”, explica Russo, propietario de una empresa de logística de Milán. Afirma que en el norte de Italia la gente suele reaccionar de forma más reservada. Aquí los transeúntes saludan con la mano, los conductores que circulan en sentido contrario suelen tocar el claxon en señal de aprobación e incluso los policías hacen fotografías con sus teléfonos. Cuando la comitiva entra en la localidad costera de Santa Caterina en Nardò al mediodía de la segunda jornada, se agolpan junto a la carretera viandantes ávidos de fotos y vídeos. Los jóvenes se maravillan ante los relucientes deportivos o posan delante de ellos. Ahí está de nuevo el entusiasmo.
¿Esto solo pasa por estar en Italia? Amleto Della Rocca niega enérgicamente con la cabeza. “¡No! Naturalmente, también es por el coche. Vosotros, los alemanes, sois quizá un poco más fríos que nosotros, los italianos”, explica un hombre que ha conseguido atraer a varias personas hacia la marca. “Sin embargo, cuando se trata de deportivos Porsche os volvéis más cálidos y vivís el mundo del motor con absoluta pasión”. Con toda esa pasión por los motores refrigerados por aire, el tiempo justo en la prueba de regularidad pasa a un segundo plano… en aras de la emozione.